Miedo al vértigo.
Acá estoy de nuevo, una vez mas escribiendo al borde de la terraza, recubierta por un cielo negro, junto a mis pensamientos. Oro parezco, plata no soy, tiempo no doy y la paciencia termina huyendo. El amor se esfuma y se fuma un cigarrillo en soledad. Es que a mi edad las lagrimas abren el telón de las letras, brechas que se abren por miradas, atacadas quedan cicatrices que parecían cerradas. Y vuelve a llorar el león frente a un rebaño, se avergüenza de que no haya pasado un año desde que aquella presa se fue y él siga llorando.
Miedo tengo yo de no saber muy bien que hacer, permanecer, lucha y vencer, o volver, recordar y tener que vivir a base de un recuerdo. Vuelvo al pasado, al ayer, me da tanto miedo como el futuro, porque es como un muro que no sabes vencer.
Si hay algo que he conseguido no perder en mi vida ha sido el miedo, esa sensación que te acobarda el pecho y te hace pensar que un hecho vale siempre mas que mil palabras. Y como yo siempre he sido de fallar, acá te traigo mi verso, pueda que no te sirva de nada pero lo dejo todo en el intento. Hay personas que nos gusta escribir versos, pero luego hay personas como vos que son poesía. ¿Qué me hizo pensar que yo era esa musa que tenes como sonrisa? ... Vos eras de dormir en las mesas, yo era de cometer errores y la magia surgió sola. Llevo toda mi vida nadando en el mar de la vida, para poder encontrar una isla que me salve y no sabes cuanto me alegro que no hayas sido vos. De que vos hayas querido hundirte conmigo y a enseñarme que a veces vivir conlleva querer hasta morir, querer hasta ahogarte.
Es curioso como el corazón encierra recuerdos, vuelve locos a los cuerdos y te enseña a querer perder la cabeza. Es curioso como me has salvado sin sacarme de mi desastre y me has enseñado a enfrentarme a este mundo de locos, en el que pocos quieren abrirse el pecho por alguien. Si te soy sincera, soy la primera que se rinde antes de hora, que escribo en la toalla mi poema de despedida antes de tirarla ... Eras vos y me cambiaste las normas. Me enseñas a sonreír llena de heridas, me das tu mano para que cuente que el mes tiene 30 o 31 días, me prestas tu hombro por si quiero derrumbarme y quien iba a decirme a mi (que vivo sin leyes) que seguiría cada uno de los mandamientos de tus caderas, que eras alguien que me darías libertad sacándome tras las rejas.
Yo no esperaba que te fueras, que estaríamos de vuelta las letras, el silencio y yo. El gato ya maulló suficiente a la luna, una ya sabe que a veces hay que perder para ganar o eso es lo que dicen al hablar, los que apuestan nada por nada. Pero los que somos náufragos en la vida, bailamos con las malas de las suertes, contamos las muertes de las vocales que se caen al precipicio desde este escrito, que es mi grito, a mitad de mi naufragio para que vuelvas. Deberías saber que mi intención era demostrarte todo lo que significas para mi, algo que pudiera evitar que te fueras.
Mi plan no era mas que otro que dejar de hacer planes, olvidarme del futuro y poder contar con vos para siempre.
Miedo tengo yo de no saber muy bien que hacer, permanecer, lucha y vencer, o volver, recordar y tener que vivir a base de un recuerdo. Vuelvo al pasado, al ayer, me da tanto miedo como el futuro, porque es como un muro que no sabes vencer.
Si hay algo que he conseguido no perder en mi vida ha sido el miedo, esa sensación que te acobarda el pecho y te hace pensar que un hecho vale siempre mas que mil palabras. Y como yo siempre he sido de fallar, acá te traigo mi verso, pueda que no te sirva de nada pero lo dejo todo en el intento. Hay personas que nos gusta escribir versos, pero luego hay personas como vos que son poesía. ¿Qué me hizo pensar que yo era esa musa que tenes como sonrisa? ... Vos eras de dormir en las mesas, yo era de cometer errores y la magia surgió sola. Llevo toda mi vida nadando en el mar de la vida, para poder encontrar una isla que me salve y no sabes cuanto me alegro que no hayas sido vos. De que vos hayas querido hundirte conmigo y a enseñarme que a veces vivir conlleva querer hasta morir, querer hasta ahogarte.
Es curioso como el corazón encierra recuerdos, vuelve locos a los cuerdos y te enseña a querer perder la cabeza. Es curioso como me has salvado sin sacarme de mi desastre y me has enseñado a enfrentarme a este mundo de locos, en el que pocos quieren abrirse el pecho por alguien. Si te soy sincera, soy la primera que se rinde antes de hora, que escribo en la toalla mi poema de despedida antes de tirarla ... Eras vos y me cambiaste las normas. Me enseñas a sonreír llena de heridas, me das tu mano para que cuente que el mes tiene 30 o 31 días, me prestas tu hombro por si quiero derrumbarme y quien iba a decirme a mi (que vivo sin leyes) que seguiría cada uno de los mandamientos de tus caderas, que eras alguien que me darías libertad sacándome tras las rejas.
Yo no esperaba que te fueras, que estaríamos de vuelta las letras, el silencio y yo. El gato ya maulló suficiente a la luna, una ya sabe que a veces hay que perder para ganar o eso es lo que dicen al hablar, los que apuestan nada por nada. Pero los que somos náufragos en la vida, bailamos con las malas de las suertes, contamos las muertes de las vocales que se caen al precipicio desde este escrito, que es mi grito, a mitad de mi naufragio para que vuelvas. Deberías saber que mi intención era demostrarte todo lo que significas para mi, algo que pudiera evitar que te fueras.
Mi plan no era mas que otro que dejar de hacer planes, olvidarme del futuro y poder contar con vos para siempre.
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